lunes, febrero 20

Mensaje a la humanidad

Cada día que pasa, cada hora, cada minuto y cada segundo… mucha energía, allá afuera, está siendo tomada por personas a las cuales no les corresponde ni siquiera verla y mientras la tierra sola se está quedando, de lo único que se preocupan es de saber si alguien sale o no de la casa de “Gran Hermano”. Confían en los medios que durante tantos años taparon todo lo que podían. Lo que ellos querían; transformando así, a la realidad a su conveniencia como algo inalterable. ¿Qué pasa en Egipto? ¿Qué pasa en Japón? ¿Qué pasa en Libia? ¿Qué pasará en Canadá y en Israel?
La vida no se trata de que un viejo barbudo o una caja mágica te explique como son las cosas y el por qué de tu llegada. Se trata de que descubran las cosas por ustedes mismos. Que experimenten, que sientan, que miren, que observen, que contemplen, que se apasionen, que comprendan. No hay nadie que te diga quien sos, quien fuiste o que vas a ser el día de mañana porque eso lo elegimos. Lo pautamos con el destino mucho antes de nacer y lo confirmamos con nuestra estadía en la Tierra. Uno es lo que quiere ser, nada más que eso. Si querés ser un bombero y crees que ese es tu destino, esforzate y eso vas a terminar siendo; un excelente bombero. Si querés ser uno más del montón y crees que ese, por más triste y miserable que sea, es tu destino, no hagas nada y vas a terminar así… como uno más del montón.
Pareciera que nadie se da cuenta que la vida es algo tan trascendente que terminar como si uno fuera alguien más del montón es completamente absurdo, estúpido y egoísta. Es absurdo porque el sentido de la vida es el desarrollo espiritual, es estúpido porque no querer ese desarrollo implica que uno siempre va a vivir estancado en lo mismo y es egoísta por el hecho de que no se trata desarrollar el espíritu de uno para sentirse bien consigo mismo, sino que se trata de desarrollarlo a la par de los demás para que los demás sientan el cariño y el afecto de la vida, para demostrar lo agradecidos que estamos de estar a su lado y para que puedan evolucionar ellos también. El sentido de la humanidad no es el individualismo. Hace rato que vivimos en esa etapa individual del ser humano y sabemos que estamos mal, que el mundo se cae a pedazos. Eso nos da impotencia, bronca, ira, rabia y nos pone tristes.
El sentido de la humanidad es la colectividad, es ser uno en muchos. Es compartir la energía divina de la buena onda, el humor, el cariño, el amor y el respeto. El verdadero sentido de la vida es comprender, aceptar y obrar. Hay cosas tan mágicas allá afuera que muchos descreerían mis palabras si las contara, pero ahora que lo saben, tienen la oportunidad de ir y encontrarlas. Despierten, chicos. Despierten que no es en vano.


Autor desconocido.

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